Un día me encontré a un buen amigo empresario y me cuestionó acerca de mi labor como instructor de capacitación en el área de desarrollo humano; y me dijo:
“Sé que te dedicas a dar talleres para crecimiento personal; pero a mi me queda duda si esto de verdad es buena inversión para mi negocio o solo es un gasto innecesario”; la verdad no era la primera vez que me lo preguntaban; y añadió: Hace unos meses contrate a un especialista en estos temas y nos dio una plática de dos días un par de horas y… mira; la verdad no noté cambio en ninguno de los participantes, así es que; como verás; no tengo mucha fe en estos temas.
Y notando su rostro desencajado me dijo: Sabes, estoy teniendo problemas con el personal, de verdad ya no sé qué hacer, veo su falta de compromiso en la empresa, su actitud es cada vez más alejada de la visión que tiene el negocio, entre ellos existen roces personales. Los he convocado varias veces para hacerles mención de lo difícil que esta la situación y pues creo que no he tenido éxito.
Hasta ahí me había limitado solo a escuchar, y le pregunte: oye, sin que mal interpretes: ¿que tantas caricias les regalas?… ¿Cómo?!!! Preguntó como si esto fuera una broma.
Si, mira; contesté: Es importante saber primero como te sientes ante esta situación, si de verdad no eres tú el que esta contagiando a tus subordinados, recuerda que mucho del comportamiento del líder se permea a sus colaboradores, es decir, mucho de la personalidad de quien dirige, es la personalidad que va tomando el negocio. Con esto no te quiero decir que seas el culpable de todo, solo que en tus manos está el que cambie la situación.
Te comento: Cada vez más empresas están volteando a ver el desarrollo humano como una medida de productividad de sus empleados y la posibilidad de cambio en las actitudes principalmente; pero lo más importante para que esto de resultados, es que el empresario o encargado sea el primer convencido de que esto funcionará, que crea en ello, que sepa de que se trata, que lleve a cabo el proceso completo; y tan solo esto representa el 50% de impacto en el cambio; a esto lo llamo yo “primera caricia”; ya que al momento, no solo se le otorga la oportunidad de crecimiento personal a los colaboradores, sino también de sentirse apoyados por el líder y se ejerce algo tan importante en la persona que es el RECONOCIMIENTO.
Una de las necesidades más imperantes del ser humano es la del ser reconocido, dándole la oportunidad a destacar. En el líder recae el compromiso de que la forma en que destaquen sus colaboradores sea positiva, dándole esas caricias de reconocimiento, de apoyo, de empatía, de sentirse parte de la empresa, esa palmadita en la espalda en el momento oportuno, dándoles consejos de crecimiento. En el momento que se dejan de otorgar caricias; es decir; se deja de reconocer al individuo, surge una transformación del ser que busca ser tomado en cuenta de cualquier manera: rencores, envidias, faltas al trabajo, estrés, en fin: baja productividad, y por ende desenfoque de los objetivos.
Decía William Faulkner: “Entre el dolor y la nada, prefiero el dolor”, esto significa que el ser humano necesita ser reconocido de una o de otra forma, y lo peor que le puede pasar es que lo ignoremos.
Por eso creo; concluí, que lo que debes hacer es un análisis profundo de ti y de tu contacto con tus trabajadores, que tantas caricias otorgas, confiar y creer que la capacitación en desarrollo humano es una herramienta muy poderosa para el crecimiento personal de toda persona; seguir el proceso, ser paciente y constante para que realmente surja un cambio que impacte no solo en tu empresa también en la vida personal de tus colaboradores.
A alguien hace tiempo escuche decir: ¿Para qué capacito a mis trabajadores que tal si se van?; y otra persona le contestó: yo mejor los capacito, que tal si se quedan…
AUTOR: Javier Octavio Castillo López
Consultor senior Quality House